Todos conocemos la inspiradora historia del Vuelo 93, de los heroicos pasajeros que forzaron el aterrizaje del avión secuestrado, sacrificándose ellos mismos para salvar las vidas de otras personas.
El único problema es que puede no ser verdad.
SHANKSVILLE (Pensilvania).- El destino del Vuelo 93 de United Airlines, el último avión que se cayó en Estados Unidos el 11 de septiembre, no es ningún misterio para Lee Purbaugh. El vio lo que pasó con sus propios ojos. Era la única persona presente en el campo donde, a las 10.06 a.m., el avión se estrelló.
"Hubo un rugido increíblemente estrepitoso y allí estaba, justo allí, justo arriba de mi cabeza -quizá a 50 pies del piso-", dice Purbaugh, quien trabaja en un deshuesadero con vista al lugar del choque. "Sólo fue una fracción de segundo, pero parecía que se estuviera moviendo en cámara lenta, como si tardara una eternidad. Lo vi mecerse de un lado para el otro, y entonces, de pronto, cayó en picada, la parte de enfrente apuntada hacia abajo, con una explosión enorme, contra la tierra. Inmediatamente supe que no era posible que alguien hubiera sobrevivido".
Aparte de un dedo de una mano o de un pie, o de un diente, esparcidos aquí y allá, lo único que quedó de las 44 almas a bordo fueron unos pequeños pedazos de tejido y hueso, enterrados en el suelo o colgados de las ramas de los árboles cercanos. El avión también se pulverizó, reducido a minúsculos fragmentos de metal. Wally Miller, el juez de instrucción local de lo que antes era un rincón olvidado del Pennsylvania rural, fue el hombre a quien la ley encargó de reunir los restos humanos y establecer las causas de muerte. "Expedí los certificados de muerte", dice Miller, quien también es el encargado de la funeraria local. "Indiqué 'asesinato' para los 40 pasajeros y la tripulación; 'suicidio' para los cuatro terroristas".
Sin embargo, Miller, quien trabajó de cerca con el FBI durante los 13 días en que investigaron el lugar del choque, admite que al final no pudo probar qué pasó; sólo lo pudo inferir. Ni él ni nadie más sabe exactamente lo que ocasionó la caída del Vuelo 93 y, como lo expresa Miller, "que se estrellaran los problemas del mundo en el umbral de nuestras casas". O, en el caso de que hubiera personas que lo supieran, no están hablando.
La leyenda
La ausencia de datos disponibles no impidió la creación de una leyenda instantánea -una leyenda que al gobierno y a los medios de Estados Unidos les dio gusto propagar, y que la mayoría del público estadunidense aceptó con entusiasmo como un hecho. La leyenda es la siguiente: los pasajeros del vuelo United secuestrado, enterados por medio de sus teléfonos celulares de la noticia de los otros tres aviones secuestrados, deciden que si no van a salvarse ellos mismos, por lo menos harán algo patriótico y salvarán las vidas de quienes son los blancos intencionados de los terroristas; así que se enfilan por el pasillo, toman por asalto la cabina, donde un terrorista está al mando, y en el forcejeo que sigue, obligan a que caiga el avión.
El presidente George W. Bush, el procurador general John Ashcroft, el director del FBI Robert Mueller, y muchos altos funcionarios gubernamentales que también han reconocido como "héroes" a los del Vuelo 93, han promocionado esta versión de los hechos consistentemente y en repetidas ocasiones. Y han hecho lo mismo los grandes periódicos nacionales y todas las grandes estaciones de televisión nacionales. The New York Times, normalmente un modelo de precisión legalista, publicó esta declaración extraordinariamente imprecisa el 22 de septiembre, después de enterarse de fuentes "oficiales" no nombradas que la grabadora de voz de la cabina había registrado "un forcejeo desesperado y salvaje" a bordo. "Y aunque ella [la grabadora] no proporcionó una idea clara o completa", dijo The New York Times, "pareció seguro que hubo una confrontación caótica que aparentemente llevó al choque del avión". La revista Vanity Fair, basándose en un poco más de información de la que tuvo a su disposición The New York Times, decidió publicar un artículo altamente detallado sobre el Vuelo 93, el cual, dijo la revista, "puede ser recordada como una de las más grandes historias de heroísmo jamás contadas". Sin embargo, Vanity Fair sí reconoció que cualquier sugerencia de lo que realmente ocasionó que se estrellara el avión tenía que ser, por necesidad, "pura especulación".
Dos meses después, Newsweek logró conseguir lo que les dijeron era una transcripción parcial de la grabadora de voz y, basándose en esto, narraron la historia de "Los héroes del Vuelo 93" con detalles todavía más vívidos, asombrosos y hollywoodenses que los de Vanity Fair. Los pasajeros eran "ciudadanos soldados ... quienes se levantaron, como nuestros antepasados, para desafiar a la tiranía", dijo Newsweek. "Al atreverse y al morirse, los pasajeros y la tripulación del Vuelo 93 encontraron la victoria para todos nosotros".
La transcripción que obtuvo Newsweek sí indicaba que hubo un forcejeo a bordo, maldiciones fueron pronunciadas y plegarias dirigidas tanto al dios musulmán como al cristiano. Pero a pesar de lo dramático de la historia, Newsweek no llamó la atención al hecho de que realmente estaban adivinando en cuanto a cómo o por qué el avión se había estrellado; que no sabían si los pasajeros lograron entrar a la cabina; que no tenían idea de lo que pasó durante los últimos ocho minutos decisivos y desesperados del Vuelo 93. Esto no quiere decir que la historia "de héroes" sea falsa, o inclusive inverosímil. Tal vez la leyenda sí concuerda perfectamente con los hechos. Y ciertamente, basándose en el registro de llamadas telefónicas hechas desde el avión, no hay lugar a dudas de que varios pasajeros sí tuvieron la intención de llevar a cabo acciones de gran valentía. Pero no se sabe si esas acciones pudieron ser realizadas -o sólo lo sabe un pequeño grupo de personas con una idea clara de lo que pasó en los cielos arriba de Shanksville en la mañana del 11 de septiembre, personas de las fuerzas armadas estadunidenses que siguieron la trayectoria del avión en sus últimos momentos, tanto como personas familiarizadas con todo el contenido del material recogido de la grabadora de voz de la cabina, la cual fue recuperada en perfectas condiciones tras el choque, pero no dispuestas a revelar el contenido entero del material.
Los enigmas
La ausencia de información oficial ha llevado a un animado debate y muchas veces bien informado a través del medio no oficial de Internet (véase www.flight93crash.com). Pero también hay varios individuos en la industria aeronáutica que están convencidos de que sí existen otras interpretaciones plausibles de lo que realmente ocurrió. Porque hay, ciertamente, varias preguntas importantes sin respuesta -preguntas basadas en evidencia, tanto como en la ausencia manifiesta de franqueza por parte de las autoridades- que los medios estadunidenses, típicamente tan escépticos e inquisitivos, han demostrado una curiosa renuencia a formular.
Las dos teorías alternativas, ambas negadas por las fuerzas armadas estadunidenses y el FBI, son a) que un avión del gobierno estadunidense ocasionó el desplome del Vuelo 93; y b) que una bomba explotó a bordo (los pasajeros habían dicho en llamadas telefónicas que uno de los secuestradores tenía lo que parecía ser una bomba atada a su espalda). Si las dudas persisten a pesar de lo negado, si las teorías de conspiración abundan, se debe en gran medida al hecho de que las autoridades no han contestado de frente preguntas sobre los siguientes enigmas.
1. El amplio desplazamiento de los restos del avión, una explicación podría ser algún tipo de explosión antes del choque. Cartas -el Vuelo 93 cargaba 7 mil 500 libras de correo a California- y otros papeles del avión fueron encontrados a ocho millas (13km) del lugar del choque. Una sección de un motor que pesaba una tonelada fue encontrada a 2 mil yardas de distancia. Esta fue la pieza más pesada recuperada del choque y la más grande aparte de un pedazo del fuselaje del tamaño de una mesa de comedor. El resto del avión, consecuente con un impacto calculado de haber ocurrido a 500 millas por hora, se desintegró en pedazos no más grandes que dos pulgadas de largo. Los demás restos del avión fueron encontrados a dos kilómetros, cerca de un pueblo llamado Indian Lake. Todos estos datos, ampliamente diseminados, fueron confirmados por el juez de instrucción Wally Miller.
2. La ubicación de los aviones de las Fueras Aéreas estadunidenses, los cuales podrían o no haber estado lo suficientemente cerca como para lanzar un misil hacia el avión secuestrado. Reportajes en vivo de los medios de comunicación la mañana del 11 de septiembre contradicen muchas de las declaraciones oficiales hechas más tarde. Lo que reconoce el gobierno es que los primeros aviones con la misión de interceptar despegaron a los 8:52 a.m., y que otro grupo de aviones despegó de la base Andrews de las Fuerzas Aéreas, cerca de Washington, a las 9:35 a.m. -precisamente a la misma hora que el Vuelo 93 dio una vuelta de casi 180 grados fuera de curso hacia Washington y que unos controladores aéreos escucharon al piloto secuestrador decir que había "una bomba a bordo"-. El Vuelo 93, cuya amenazante trayectoria fue dada a conocer casi de inmediato por los medios televisivos y de radio, no se estrelló hasta 31 minutos después. Aparte de la conclusión lógica de que por lo menos un avión F-16 de las Fuerzas Aéreas -a 125 millas, en Washington a las 9:40 a.m., lo que equivale a 10 minutos de trayecto hacia el Vuelo 93 (o menos si voló a una velocidad supersónica)- debe haber alcanzado la cuarta "bomba volante" mucho antes de las 10:06 a.m., hay evidencia de un controlador aéreo federal, publicada unos días después en un periódico en New Hampshire: que un F-16 había estado en "caliente persecución" del avión United secuestrado y "tiene que haber visto todo". Además, hubo un breve reporte de la cadena televisiva CBS antes del choque indicando que dos F-16 estaba siguiendo el Vuelo 93. El vicepresidente Dick Cheney reconoció cinco días después que el Presidente Bush había autorizado que los pilotos de las Fuerzas Aéreas derribaran a los aviones comerciales secuestrados.
3. Una llamada telefónica desde el avión condenado, cuyo contenido no cuadra enteramente con la leyenda de los héroes y que es omitida, como corresponde en los dramas tipo "El Día de la Independencia" favorecidos por los medios estadunidenses. El servicio de noticias Associated Press reportó el 11 de septiembre que ocho minutos antes del choque, un pasajero masculino frenético llamó al número de emergencia 911. Dijo al operador, llamado Glen Cramer, que se había encerrado dentro de uno de los baños del avión. Cramer dijo al Associated Press, en un reporte ampliamente difundido el 11 de septiembre, que el pasajero habló por un minuto. "¡Nos están secuestrando, nos están secuestrando!", gritó en su teléfono celular. "Confirmamos eso con él varias veces", dijo Cramer, "y le pedimos que repitiera lo que dijo. Estaba muy angustiado. Dijo que creía que iba a estrellarse el avión. El escuchó algún tipo de explosión y vio humo blanco saliendo del avión, pero no supo de dónde. Y luego se cortó la comunicación".
Según la información que ha sido dada a conocer, esta fue la última de las varias llamadas hechas desde el avión. Ninguna otra llamada fue recibida del avión en los ocho minutos que quedaron después de que el hombre en el baño dijo que escuchó una explosión.
4. Relatos de personas que presenciaron "un avión misterioso" volando a baja altura sobre el lugar del choque, poco después del impacto. Lee Purbaugh está entre por lo menos una media docena de individuos nombrados quienes reportaron haber visto un segundo avión volando bajo y en patrones erráticos, no mucho más arriba que las copas de los árboles, sobre el lugar del choque, minutos después de que el vuelo de United se estrelló. Describen al avión como pequeño y blanco con motores traseros y sin marcas visibles. Purbaugh, quien fue miembro de la Marina estadunidense durante tres años, dijo que no creyó que fuese un avión militar. Si en realidad no lo fuese, una sugerencia hecha en uno de los grupos de discusión de internet es que la Aduana de Estados Unidos usa aviones con estas características para interceptar cargamentos aéreos de droga. De cualquier forma, la presencia de un avión misterioso sigue siendo un rompecabezas sin resolver.
La versión oficial
¿Cómo ha respondido el gobierno estadunidense y sus varias agencias a las dudas suscitadas por estas preguntas? De las siguientes maneras:
1. Los restos de papel a ocho millas de distancia, dice el FBI, fueron llevados por un viento de 10 millas por hora; la parte del motor voló 2 mil yardas debido a la fuerza salvaje del impacto del avión contra la tierra. La conclusión del FBI: "Nada fue encontrado que sea inconsistente con el choque del avión intacto contra el suelo". Expertos de aviación que he contactado dudan mucho al respecto. Un experto expresó su asombro a la noción de que las cartas y otros papeles pudieran haber quedado en el aire por más de una hora antes de caerse.
2. Los aviones de la Fuerza Aérea estaban en camino pero no llegaron a tiempo, según el general Richard Myers, el jefe del Estado Mayor Conjunto. Los aviones sí se acercaron al Vuelo 93 al final, admite Myers, unos "momentos" antes de que se estrellara, pero no lo derribaron. Lo cual hace pertinente la pregunta de por qué no pudieron llegar más rápido a interceptar un avión que claramente tenía terroristas a bordo y que estaba volando directamente hacia Washington más de una hora después de que otro avión de United Airlines se había estrellado contra la segunda torre del World Trade Center. El reporte en el periódico de New Hampshire, y el de CBS, no han sido explicados, y las autoridades han prohibido a los controladores aéreos en Cleveland, quienes siguieron los últimos minutos del Vuelo 93 por radar, hablar públicamente acerca de lo que vieron en sus pantallas.
3. Ni el FBI ni ninguna otra autoridad ha explicado la llamada reportada al 911 desde el baño del avión, aunque parece ser la última de las llamadas hechas desde el avión y a pesar de que apoya el argumento, muy lejos de ser insignificante, de que hubo una explosión a bordo. El FBI ha confiscado la cinta de la conversación y el operador Glen Cramer ha recibido ordenes de ya no hablar con los medios.
4. La explicación proporcionada por el FBI del avión misterioso, cuya existencia originalmente negaron, sirve no tanto para dar confianza sino para reforzar la sospecha de que hay algún tipo de encubrimiento, que el gobierno está manipulando la verdad de una manera que considera aceptable para el público estadunidense en general. El FBI ha dicho, on the record, que la nave era un avión civil de negocios, un Halcón, que había estado volando a unas 20 millas del Vuelo 93 y al que las autoridades pidieron que bajara de 37 mil pies a 5 mil pies para investigar y transmitir las coordenadas del lugar del choque "para los correspondientes equipos de emergencia". Como numerosas personas han observado, la razón por la cual esto parece tan inverosímil es porque, para empezar, a las 10:06 a.m. del 11 de septiembre, todo avión no militar en espacio aéreo estadunidense había recibido órdenes claras y estrictas de aterrizar en el aeropuerto más cercano más de una media hora antes; en segundo lugar, había tantas llamadas al 911 de personas en la tierra, en el área de Shanksville, indicando la ubicación del lugar del choque que las coordenadas aéreas hubieran sido completamente innecesarias; y, en tercer lugar, con los F-16s supuestamente en las cercanías, parece extraordinariamente improbable que las fuerzas armadas pidieran ayuda a una aeronave civil que coincidentemente pasaba por el área en un momento de tremenda inseguridad nacional, cuando nadie sabía a ciencia cierta si aún podía haber más aviones en el cielo.
Lo más sospechoso, tal vez, ha sido el hecho de que ni el FBI ni nadie más ha identificado al piloto o a los pasajeros del supuesto Halcón, y que esas personas tampoco se han presentado e identificado a sí mismos.
"Pura especulación"
Hubo un avión más, un Piper de un solo motor, en el cielo durante los últimos momentos del Vuelo 93. El piloto, Bill Wright, dijo que estaba a tres millas de distancia, tan cerca que podía ver el logo de United en el avión. De repente recibió órdenes de alejarse del avión secuestrado y de aterrizar de inmediato. "Esa fue una de las primeras cosas que pasó por mi mente cuando nos ordenaron alejarnos lo más lejos posible, lo más pronto posible", Wright dijo a una estación de televisión de Pittsburg, "o que estaban esperando que explotara o que lo iban a derribar -aunque eso es pura especulación-". Todo es especulación -ese es el problema con la historia del Vuelo 93-. Y a menos de que el gobierno estadunidense revele más de lo que sabe y proporcione un relato detallado de los últimos 10 minutos de vida del Vuelo 93 y de las 43 personas que iban a bordo, no sólo habrá espacio, sino razones sólidas, para que los teóricos de conspiraciones sigan especulando en cuanto a lo que realmente pasó en esos últimos minutos antes de que el avión se estrellara contra la tierra; para poner en duda la leyenda soft-focus que el traumatizado público estadunidense ha aceptado con tanto agradecimiento. Algunos teóricos de conspiraciones dirán que el avión fue derribado por un misil, tal vez un misil guiado por calor que fue hacia uno de los motores del avión -una teoría posiblemente corroborada por el vuelo de 2 mil yardas de una parte del motor de mil libras-, aunque esto puede ser refutado por los testimonios de testigos, incluyendo el de Lee Purbaugh, que indican que el avión al último momento de ser visto no estaba sacando humo.
Otros podrían decir, como lo han hecho en referencia a un vuelo de TWA que cayó al mar en 1996 después de despegar en Nueva York, que el avión fue víctima de la interferencia electromagnética. En el caso del vuelo de TWA, el argumento, planteado en una serie de artículos en The New York Review of Books escrita por la académica de Harvard, Elaine Scarry, es que fue un accidente. Sin embargo, como los artículos de Scarry relatan, hay una buena cantidad de documentación que demuestra que las Fueras Aéreas y el Pentágono han realizado investigaciones extensivas sobre "aplicaciones de combate electrónico" posiblemente con capacidad de interrumpir los mecanismos de una aeronave de tal manera como para provocar, por ejemplo, que este se lanzara en picada sin control. Scarry también reporta que los aviones de la Aduana de Estados Unidos ya están equipados con tales armas, como también es el caso de algunos aviones de transporte C-130 de las Fuerzas Aéreas. El FBI ha dicho que, aparte del enigmático avión de negocios Halcón, hubo una nave militar de carga C-130 a menos de 25 millas del avión de pasajeros cuando este se estalló. Según las conclusiones de Scarry, en 1995 las Fuerzas Aéreas instalaron "juegos electrónicos" en por lo menos 28 de sus C-130 -con capacidad de emitir letales señales de bloqueo-. En las próximas décadas, cineastas, los futuros Oliver Stone, podrán inventar sus propias teorías, y la historia del Vuelo 93 podría llegar a tener el halo de misterio del asesinato de Kennedy.
Toco esto sin tratar de cuestionar la valentía de pasajeros como Todd Beamer, quien dejó una viuda embarazada y dos niños de dos y tres años; o Tom Burnett, quien tuvo tres pequeñas hijas y dijo a su esposa Deena por teléfono, a pesar de sus angustiadas protestas, que él y sus compañeros de viaje "iban a hacer algo" porque los terroristas "iban a hacer que se estrellara este avión contra el suelo". Evidentemente, como lo relata el artículo de Newsweek, hubo un forcejeo de algún tipo, pero en cuanto a si lo terroristas resistieron a los pasajeros o los pasajeros tomaron el control del avión, y tal vez intentaron volarlo ellos mismos (uno de los pasajeros abordo era un piloto cualificado para aviones pequeños), nadie lo sabe -o está dispuesto a admitir que lo sabe-. Si existiera más evidencia corroborando la narrativa de los héroes, sería sorprendente que las autoridades no la hubieran proporcionado. Sin embargo, sí hubo valentía. Eso sí lo sabemos. Como dice Lee Purbaugh, y sería maleducado no estar de acuerdo, "fueron héroes en ese avión". De tal grado es el consenso que ha sido construido alrededor de este punto de vista, que el sitio del choque en Shanksville -un campo de apariencia anónima aparte de las banderas estadunidenses que ondean allí, las cruces, las fotografías de los pasajeros muertos, los mensajes de buena voluntad y buen humor ("¡No se meta con Estados Unidos!")- se ha convertido en un lugar de peregrinación, como ha pasado con ground zero en Nueva York, pero a menor escala, atrayendo a unos 150 visitantes de todo Estados Unidos al día. "De verdad", dice Wally Miller, quien como juez de instrucción sigue siendo el responsable legal del sitio, "ese campo es un cementerio. Debe ser tratado con el respeto que merece".
¿Qué es lo que Miller piensa que pasó? ¿Creyó las historias que circulan, las de las personas -incluyendo unas cuantas en Shanksville- que están en desacuerdo con la versión oficial de los hechos? Miller, quien ha visto tanta evidencia como cualquier otra persona presente en el lugar del choque, no descarta a los disidentes. Él mantiene una mente abierta. "Se había emitido la orden de derribar al avión", dijo. "No descarto nada".
The Independent
El único problema es que puede no ser verdad.
SHANKSVILLE (Pensilvania).- El destino del Vuelo 93 de United Airlines, el último avión que se cayó en Estados Unidos el 11 de septiembre, no es ningún misterio para Lee Purbaugh. El vio lo que pasó con sus propios ojos. Era la única persona presente en el campo donde, a las 10.06 a.m., el avión se estrelló.
"Hubo un rugido increíblemente estrepitoso y allí estaba, justo allí, justo arriba de mi cabeza -quizá a 50 pies del piso-", dice Purbaugh, quien trabaja en un deshuesadero con vista al lugar del choque. "Sólo fue una fracción de segundo, pero parecía que se estuviera moviendo en cámara lenta, como si tardara una eternidad. Lo vi mecerse de un lado para el otro, y entonces, de pronto, cayó en picada, la parte de enfrente apuntada hacia abajo, con una explosión enorme, contra la tierra. Inmediatamente supe que no era posible que alguien hubiera sobrevivido".
Aparte de un dedo de una mano o de un pie, o de un diente, esparcidos aquí y allá, lo único que quedó de las 44 almas a bordo fueron unos pequeños pedazos de tejido y hueso, enterrados en el suelo o colgados de las ramas de los árboles cercanos. El avión también se pulverizó, reducido a minúsculos fragmentos de metal. Wally Miller, el juez de instrucción local de lo que antes era un rincón olvidado del Pennsylvania rural, fue el hombre a quien la ley encargó de reunir los restos humanos y establecer las causas de muerte. "Expedí los certificados de muerte", dice Miller, quien también es el encargado de la funeraria local. "Indiqué 'asesinato' para los 40 pasajeros y la tripulación; 'suicidio' para los cuatro terroristas".
Sin embargo, Miller, quien trabajó de cerca con el FBI durante los 13 días en que investigaron el lugar del choque, admite que al final no pudo probar qué pasó; sólo lo pudo inferir. Ni él ni nadie más sabe exactamente lo que ocasionó la caída del Vuelo 93 y, como lo expresa Miller, "que se estrellaran los problemas del mundo en el umbral de nuestras casas". O, en el caso de que hubiera personas que lo supieran, no están hablando.
La leyenda
La ausencia de datos disponibles no impidió la creación de una leyenda instantánea -una leyenda que al gobierno y a los medios de Estados Unidos les dio gusto propagar, y que la mayoría del público estadunidense aceptó con entusiasmo como un hecho. La leyenda es la siguiente: los pasajeros del vuelo United secuestrado, enterados por medio de sus teléfonos celulares de la noticia de los otros tres aviones secuestrados, deciden que si no van a salvarse ellos mismos, por lo menos harán algo patriótico y salvarán las vidas de quienes son los blancos intencionados de los terroristas; así que se enfilan por el pasillo, toman por asalto la cabina, donde un terrorista está al mando, y en el forcejeo que sigue, obligan a que caiga el avión.
El presidente George W. Bush, el procurador general John Ashcroft, el director del FBI Robert Mueller, y muchos altos funcionarios gubernamentales que también han reconocido como "héroes" a los del Vuelo 93, han promocionado esta versión de los hechos consistentemente y en repetidas ocasiones. Y han hecho lo mismo los grandes periódicos nacionales y todas las grandes estaciones de televisión nacionales. The New York Times, normalmente un modelo de precisión legalista, publicó esta declaración extraordinariamente imprecisa el 22 de septiembre, después de enterarse de fuentes "oficiales" no nombradas que la grabadora de voz de la cabina había registrado "un forcejeo desesperado y salvaje" a bordo. "Y aunque ella [la grabadora] no proporcionó una idea clara o completa", dijo The New York Times, "pareció seguro que hubo una confrontación caótica que aparentemente llevó al choque del avión". La revista Vanity Fair, basándose en un poco más de información de la que tuvo a su disposición The New York Times, decidió publicar un artículo altamente detallado sobre el Vuelo 93, el cual, dijo la revista, "puede ser recordada como una de las más grandes historias de heroísmo jamás contadas". Sin embargo, Vanity Fair sí reconoció que cualquier sugerencia de lo que realmente ocasionó que se estrellara el avión tenía que ser, por necesidad, "pura especulación".
Dos meses después, Newsweek logró conseguir lo que les dijeron era una transcripción parcial de la grabadora de voz y, basándose en esto, narraron la historia de "Los héroes del Vuelo 93" con detalles todavía más vívidos, asombrosos y hollywoodenses que los de Vanity Fair. Los pasajeros eran "ciudadanos soldados ... quienes se levantaron, como nuestros antepasados, para desafiar a la tiranía", dijo Newsweek. "Al atreverse y al morirse, los pasajeros y la tripulación del Vuelo 93 encontraron la victoria para todos nosotros".
La transcripción que obtuvo Newsweek sí indicaba que hubo un forcejeo a bordo, maldiciones fueron pronunciadas y plegarias dirigidas tanto al dios musulmán como al cristiano. Pero a pesar de lo dramático de la historia, Newsweek no llamó la atención al hecho de que realmente estaban adivinando en cuanto a cómo o por qué el avión se había estrellado; que no sabían si los pasajeros lograron entrar a la cabina; que no tenían idea de lo que pasó durante los últimos ocho minutos decisivos y desesperados del Vuelo 93. Esto no quiere decir que la historia "de héroes" sea falsa, o inclusive inverosímil. Tal vez la leyenda sí concuerda perfectamente con los hechos. Y ciertamente, basándose en el registro de llamadas telefónicas hechas desde el avión, no hay lugar a dudas de que varios pasajeros sí tuvieron la intención de llevar a cabo acciones de gran valentía. Pero no se sabe si esas acciones pudieron ser realizadas -o sólo lo sabe un pequeño grupo de personas con una idea clara de lo que pasó en los cielos arriba de Shanksville en la mañana del 11 de septiembre, personas de las fuerzas armadas estadunidenses que siguieron la trayectoria del avión en sus últimos momentos, tanto como personas familiarizadas con todo el contenido del material recogido de la grabadora de voz de la cabina, la cual fue recuperada en perfectas condiciones tras el choque, pero no dispuestas a revelar el contenido entero del material.
Los enigmas
La ausencia de información oficial ha llevado a un animado debate y muchas veces bien informado a través del medio no oficial de Internet (véase www.flight93crash.com). Pero también hay varios individuos en la industria aeronáutica que están convencidos de que sí existen otras interpretaciones plausibles de lo que realmente ocurrió. Porque hay, ciertamente, varias preguntas importantes sin respuesta -preguntas basadas en evidencia, tanto como en la ausencia manifiesta de franqueza por parte de las autoridades- que los medios estadunidenses, típicamente tan escépticos e inquisitivos, han demostrado una curiosa renuencia a formular.
Las dos teorías alternativas, ambas negadas por las fuerzas armadas estadunidenses y el FBI, son a) que un avión del gobierno estadunidense ocasionó el desplome del Vuelo 93; y b) que una bomba explotó a bordo (los pasajeros habían dicho en llamadas telefónicas que uno de los secuestradores tenía lo que parecía ser una bomba atada a su espalda). Si las dudas persisten a pesar de lo negado, si las teorías de conspiración abundan, se debe en gran medida al hecho de que las autoridades no han contestado de frente preguntas sobre los siguientes enigmas.
1. El amplio desplazamiento de los restos del avión, una explicación podría ser algún tipo de explosión antes del choque. Cartas -el Vuelo 93 cargaba 7 mil 500 libras de correo a California- y otros papeles del avión fueron encontrados a ocho millas (13km) del lugar del choque. Una sección de un motor que pesaba una tonelada fue encontrada a 2 mil yardas de distancia. Esta fue la pieza más pesada recuperada del choque y la más grande aparte de un pedazo del fuselaje del tamaño de una mesa de comedor. El resto del avión, consecuente con un impacto calculado de haber ocurrido a 500 millas por hora, se desintegró en pedazos no más grandes que dos pulgadas de largo. Los demás restos del avión fueron encontrados a dos kilómetros, cerca de un pueblo llamado Indian Lake. Todos estos datos, ampliamente diseminados, fueron confirmados por el juez de instrucción Wally Miller.
2. La ubicación de los aviones de las Fueras Aéreas estadunidenses, los cuales podrían o no haber estado lo suficientemente cerca como para lanzar un misil hacia el avión secuestrado. Reportajes en vivo de los medios de comunicación la mañana del 11 de septiembre contradicen muchas de las declaraciones oficiales hechas más tarde. Lo que reconoce el gobierno es que los primeros aviones con la misión de interceptar despegaron a los 8:52 a.m., y que otro grupo de aviones despegó de la base Andrews de las Fuerzas Aéreas, cerca de Washington, a las 9:35 a.m. -precisamente a la misma hora que el Vuelo 93 dio una vuelta de casi 180 grados fuera de curso hacia Washington y que unos controladores aéreos escucharon al piloto secuestrador decir que había "una bomba a bordo"-. El Vuelo 93, cuya amenazante trayectoria fue dada a conocer casi de inmediato por los medios televisivos y de radio, no se estrelló hasta 31 minutos después. Aparte de la conclusión lógica de que por lo menos un avión F-16 de las Fuerzas Aéreas -a 125 millas, en Washington a las 9:40 a.m., lo que equivale a 10 minutos de trayecto hacia el Vuelo 93 (o menos si voló a una velocidad supersónica)- debe haber alcanzado la cuarta "bomba volante" mucho antes de las 10:06 a.m., hay evidencia de un controlador aéreo federal, publicada unos días después en un periódico en New Hampshire: que un F-16 había estado en "caliente persecución" del avión United secuestrado y "tiene que haber visto todo". Además, hubo un breve reporte de la cadena televisiva CBS antes del choque indicando que dos F-16 estaba siguiendo el Vuelo 93. El vicepresidente Dick Cheney reconoció cinco días después que el Presidente Bush había autorizado que los pilotos de las Fuerzas Aéreas derribaran a los aviones comerciales secuestrados.
3. Una llamada telefónica desde el avión condenado, cuyo contenido no cuadra enteramente con la leyenda de los héroes y que es omitida, como corresponde en los dramas tipo "El Día de la Independencia" favorecidos por los medios estadunidenses. El servicio de noticias Associated Press reportó el 11 de septiembre que ocho minutos antes del choque, un pasajero masculino frenético llamó al número de emergencia 911. Dijo al operador, llamado Glen Cramer, que se había encerrado dentro de uno de los baños del avión. Cramer dijo al Associated Press, en un reporte ampliamente difundido el 11 de septiembre, que el pasajero habló por un minuto. "¡Nos están secuestrando, nos están secuestrando!", gritó en su teléfono celular. "Confirmamos eso con él varias veces", dijo Cramer, "y le pedimos que repitiera lo que dijo. Estaba muy angustiado. Dijo que creía que iba a estrellarse el avión. El escuchó algún tipo de explosión y vio humo blanco saliendo del avión, pero no supo de dónde. Y luego se cortó la comunicación".
Según la información que ha sido dada a conocer, esta fue la última de las varias llamadas hechas desde el avión. Ninguna otra llamada fue recibida del avión en los ocho minutos que quedaron después de que el hombre en el baño dijo que escuchó una explosión.
4. Relatos de personas que presenciaron "un avión misterioso" volando a baja altura sobre el lugar del choque, poco después del impacto. Lee Purbaugh está entre por lo menos una media docena de individuos nombrados quienes reportaron haber visto un segundo avión volando bajo y en patrones erráticos, no mucho más arriba que las copas de los árboles, sobre el lugar del choque, minutos después de que el vuelo de United se estrelló. Describen al avión como pequeño y blanco con motores traseros y sin marcas visibles. Purbaugh, quien fue miembro de la Marina estadunidense durante tres años, dijo que no creyó que fuese un avión militar. Si en realidad no lo fuese, una sugerencia hecha en uno de los grupos de discusión de internet es que la Aduana de Estados Unidos usa aviones con estas características para interceptar cargamentos aéreos de droga. De cualquier forma, la presencia de un avión misterioso sigue siendo un rompecabezas sin resolver.
La versión oficial
¿Cómo ha respondido el gobierno estadunidense y sus varias agencias a las dudas suscitadas por estas preguntas? De las siguientes maneras:
1. Los restos de papel a ocho millas de distancia, dice el FBI, fueron llevados por un viento de 10 millas por hora; la parte del motor voló 2 mil yardas debido a la fuerza salvaje del impacto del avión contra la tierra. La conclusión del FBI: "Nada fue encontrado que sea inconsistente con el choque del avión intacto contra el suelo". Expertos de aviación que he contactado dudan mucho al respecto. Un experto expresó su asombro a la noción de que las cartas y otros papeles pudieran haber quedado en el aire por más de una hora antes de caerse.
2. Los aviones de la Fuerza Aérea estaban en camino pero no llegaron a tiempo, según el general Richard Myers, el jefe del Estado Mayor Conjunto. Los aviones sí se acercaron al Vuelo 93 al final, admite Myers, unos "momentos" antes de que se estrellara, pero no lo derribaron. Lo cual hace pertinente la pregunta de por qué no pudieron llegar más rápido a interceptar un avión que claramente tenía terroristas a bordo y que estaba volando directamente hacia Washington más de una hora después de que otro avión de United Airlines se había estrellado contra la segunda torre del World Trade Center. El reporte en el periódico de New Hampshire, y el de CBS, no han sido explicados, y las autoridades han prohibido a los controladores aéreos en Cleveland, quienes siguieron los últimos minutos del Vuelo 93 por radar, hablar públicamente acerca de lo que vieron en sus pantallas.
3. Ni el FBI ni ninguna otra autoridad ha explicado la llamada reportada al 911 desde el baño del avión, aunque parece ser la última de las llamadas hechas desde el avión y a pesar de que apoya el argumento, muy lejos de ser insignificante, de que hubo una explosión a bordo. El FBI ha confiscado la cinta de la conversación y el operador Glen Cramer ha recibido ordenes de ya no hablar con los medios.
4. La explicación proporcionada por el FBI del avión misterioso, cuya existencia originalmente negaron, sirve no tanto para dar confianza sino para reforzar la sospecha de que hay algún tipo de encubrimiento, que el gobierno está manipulando la verdad de una manera que considera aceptable para el público estadunidense en general. El FBI ha dicho, on the record, que la nave era un avión civil de negocios, un Halcón, que había estado volando a unas 20 millas del Vuelo 93 y al que las autoridades pidieron que bajara de 37 mil pies a 5 mil pies para investigar y transmitir las coordenadas del lugar del choque "para los correspondientes equipos de emergencia". Como numerosas personas han observado, la razón por la cual esto parece tan inverosímil es porque, para empezar, a las 10:06 a.m. del 11 de septiembre, todo avión no militar en espacio aéreo estadunidense había recibido órdenes claras y estrictas de aterrizar en el aeropuerto más cercano más de una media hora antes; en segundo lugar, había tantas llamadas al 911 de personas en la tierra, en el área de Shanksville, indicando la ubicación del lugar del choque que las coordenadas aéreas hubieran sido completamente innecesarias; y, en tercer lugar, con los F-16s supuestamente en las cercanías, parece extraordinariamente improbable que las fuerzas armadas pidieran ayuda a una aeronave civil que coincidentemente pasaba por el área en un momento de tremenda inseguridad nacional, cuando nadie sabía a ciencia cierta si aún podía haber más aviones en el cielo.
Lo más sospechoso, tal vez, ha sido el hecho de que ni el FBI ni nadie más ha identificado al piloto o a los pasajeros del supuesto Halcón, y que esas personas tampoco se han presentado e identificado a sí mismos.
"Pura especulación"
Hubo un avión más, un Piper de un solo motor, en el cielo durante los últimos momentos del Vuelo 93. El piloto, Bill Wright, dijo que estaba a tres millas de distancia, tan cerca que podía ver el logo de United en el avión. De repente recibió órdenes de alejarse del avión secuestrado y de aterrizar de inmediato. "Esa fue una de las primeras cosas que pasó por mi mente cuando nos ordenaron alejarnos lo más lejos posible, lo más pronto posible", Wright dijo a una estación de televisión de Pittsburg, "o que estaban esperando que explotara o que lo iban a derribar -aunque eso es pura especulación-". Todo es especulación -ese es el problema con la historia del Vuelo 93-. Y a menos de que el gobierno estadunidense revele más de lo que sabe y proporcione un relato detallado de los últimos 10 minutos de vida del Vuelo 93 y de las 43 personas que iban a bordo, no sólo habrá espacio, sino razones sólidas, para que los teóricos de conspiraciones sigan especulando en cuanto a lo que realmente pasó en esos últimos minutos antes de que el avión se estrellara contra la tierra; para poner en duda la leyenda soft-focus que el traumatizado público estadunidense ha aceptado con tanto agradecimiento. Algunos teóricos de conspiraciones dirán que el avión fue derribado por un misil, tal vez un misil guiado por calor que fue hacia uno de los motores del avión -una teoría posiblemente corroborada por el vuelo de 2 mil yardas de una parte del motor de mil libras-, aunque esto puede ser refutado por los testimonios de testigos, incluyendo el de Lee Purbaugh, que indican que el avión al último momento de ser visto no estaba sacando humo.
Otros podrían decir, como lo han hecho en referencia a un vuelo de TWA que cayó al mar en 1996 después de despegar en Nueva York, que el avión fue víctima de la interferencia electromagnética. En el caso del vuelo de TWA, el argumento, planteado en una serie de artículos en The New York Review of Books escrita por la académica de Harvard, Elaine Scarry, es que fue un accidente. Sin embargo, como los artículos de Scarry relatan, hay una buena cantidad de documentación que demuestra que las Fueras Aéreas y el Pentágono han realizado investigaciones extensivas sobre "aplicaciones de combate electrónico" posiblemente con capacidad de interrumpir los mecanismos de una aeronave de tal manera como para provocar, por ejemplo, que este se lanzara en picada sin control. Scarry también reporta que los aviones de la Aduana de Estados Unidos ya están equipados con tales armas, como también es el caso de algunos aviones de transporte C-130 de las Fuerzas Aéreas. El FBI ha dicho que, aparte del enigmático avión de negocios Halcón, hubo una nave militar de carga C-130 a menos de 25 millas del avión de pasajeros cuando este se estalló. Según las conclusiones de Scarry, en 1995 las Fuerzas Aéreas instalaron "juegos electrónicos" en por lo menos 28 de sus C-130 -con capacidad de emitir letales señales de bloqueo-. En las próximas décadas, cineastas, los futuros Oliver Stone, podrán inventar sus propias teorías, y la historia del Vuelo 93 podría llegar a tener el halo de misterio del asesinato de Kennedy.
Toco esto sin tratar de cuestionar la valentía de pasajeros como Todd Beamer, quien dejó una viuda embarazada y dos niños de dos y tres años; o Tom Burnett, quien tuvo tres pequeñas hijas y dijo a su esposa Deena por teléfono, a pesar de sus angustiadas protestas, que él y sus compañeros de viaje "iban a hacer algo" porque los terroristas "iban a hacer que se estrellara este avión contra el suelo". Evidentemente, como lo relata el artículo de Newsweek, hubo un forcejeo de algún tipo, pero en cuanto a si lo terroristas resistieron a los pasajeros o los pasajeros tomaron el control del avión, y tal vez intentaron volarlo ellos mismos (uno de los pasajeros abordo era un piloto cualificado para aviones pequeños), nadie lo sabe -o está dispuesto a admitir que lo sabe-. Si existiera más evidencia corroborando la narrativa de los héroes, sería sorprendente que las autoridades no la hubieran proporcionado. Sin embargo, sí hubo valentía. Eso sí lo sabemos. Como dice Lee Purbaugh, y sería maleducado no estar de acuerdo, "fueron héroes en ese avión". De tal grado es el consenso que ha sido construido alrededor de este punto de vista, que el sitio del choque en Shanksville -un campo de apariencia anónima aparte de las banderas estadunidenses que ondean allí, las cruces, las fotografías de los pasajeros muertos, los mensajes de buena voluntad y buen humor ("¡No se meta con Estados Unidos!")- se ha convertido en un lugar de peregrinación, como ha pasado con ground zero en Nueva York, pero a menor escala, atrayendo a unos 150 visitantes de todo Estados Unidos al día. "De verdad", dice Wally Miller, quien como juez de instrucción sigue siendo el responsable legal del sitio, "ese campo es un cementerio. Debe ser tratado con el respeto que merece".
¿Qué es lo que Miller piensa que pasó? ¿Creyó las historias que circulan, las de las personas -incluyendo unas cuantas en Shanksville- que están en desacuerdo con la versión oficial de los hechos? Miller, quien ha visto tanta evidencia como cualquier otra persona presente en el lugar del choque, no descarta a los disidentes. Él mantiene una mente abierta. "Se había emitido la orden de derribar al avión", dijo. "No descarto nada".
The Independent